ITA ANDEHUI
ITA ANDEHUI "FLOR DEL CIELO" Leyenda Mixteca.Hace muchísimos años vivía en medio de la espesura de un bosque, situado al oriente de Monte Negro, la hermosa Ita Andehui (Flor del Cielo) en unión de Cozcaxóchitl (Collar de Flores), su madre;Coyotzin su padre, capitán de la guardia de Tilantongo, había muerto.
Habitaban una casa de madera y paja en medio de un claro del bosque de ocotales, encinos y un suelo cargado de flores silvestres de diversas tonalidades y aromas. Cuando el fuerte sol mixteco estaba en el cenit, Ita Andehui bajaba al río, donde se sumergía plaenteramente.Después de aquel frescor diario, llenaba un cántaro de agua y volvía a su hogar. En una ocasión se encontró con un grupo de soldados que andaban de caza y cuyo jefe Anon Nau (Corazón de Tigre) se dirigió a ella; al verla medrosa como una gacela del monte, ante la presencia de extraño, le dijo: ¡No temas nada! y mirando sus bellos ojos negros, sintió que había sido atrapado por esa hermosa red que los humanos llaman amor.Ella también lo miró con no disimulado interés y él la acompañó hasta cerca de su cabaña.El amor ató aquellas dos almas jóvenes y ambos se soñaban uno al otro.Anon nau, por medio de una de sus hermanas, logró una entrevista con Ita Andehui en la Roca Gris, junto al adoratorio que allí se había erigido en honor del Olimpo Mixteco.Los amantes hicieron un juramento eterno, delante de aquella imagen azul de Yya Sadzatnahan Daha, numen del himeneo.La presencia de Cozcaxóchitl interrumpió una de estas entrevistas y severamente los reprendió, por verse en ausencia de sus padres. Ambos habían roto las leyes de la moral indígena y se acordó ir al santuario de Achiutla, para que el gran sacerdote les otorgara el perdón de aquella grave falta.
Dos días después se dirigieron al centro religioso, donde se estaba verificando la fiesta del “Fuego Nuevo”, que cada 52 años se llevaba a cabo. El gran pontífice escuchó a los enamorados y después de amonestarlos les impuso una penitencia de veinte días de ayuno, prometiéndoles santificar su amor al terminar las fiestas.Anon Nau, acompañado de su madre y familiares, se dirigieron a la casa de Ita Andehui para hacer la petición formal de matrimonio.Fueron amablemente recibidos en la cabaña. Expresaron sus deseos a Cozcaxóchitl entregándole, de acuerdo a la costumbre, joyas de oro y plata como presentes.La belleza de Ita Andehui se acentuaba el día de la boda, con el hermoso traje nupcial.El pontífice les dirigió un exhortación y tomando la capa de Anon Nau, la ató al manto de Ita Andehui y una trenza de ella la ciñó al brazo de él. Tres veces los zahumó con incienso y los declaró unidos en matrimonio.
Se sirvió el banquete de bodas en la casa de Anon Nau. Se obsequió a los invitados con caldo de guajolote, dos moles, tortillas, fruta y miel. Y muchos soles y muchas lunas atestiguaron su felicidad.Pero un día, Moctezuma invadió los dominios de los reyes mixtecos. Se alistaron tropas para contener el avance de los aztecas. Y Anon Nau tuvo que partir dejando a Ita Andehui desolada.Rudos y prolongados combates libraron en Tlacotepec, siendo derrotadas las fuerzas de Moctezuma. Varios guerreros se distinguieron. Anon Nau, quien fuera comisionado para negociar una alianza con los Tlaxcaltecas y los Huejotzincas, no volvió con el ejercito triunfante. Entre tanto, Ita Andehui había dado a luz a un niño al que llamó Citlatemoc (Lucero que desciende). En un anochecer corrió la noticia de que regresaban vencedores los guerreros mixtecas, menos algunos de sus jefes, entre los que se encontraba Anon Nau.Al saber esta noticia, Ita Andehui, trastornada por el dolor, se arrojó al precipicio que se abre en uno de los flancos de la Roca Gris, cerca del adoratorio.El cadáver fue recogido y se le vistió con sus mejores ropajes y joyas de oro. Practicadas las ceremonias religiosas, se depositó en una tumba, junto a varias piezas de cerámica, amuletos y vasijas con maíz para el viaje eterno. La puerta fue clausurada con una losa llena de glifos.Pero Anon Nau no había muerto. Por el trámite que se le encomendó no pudo volver junto con el ejercito y al regresar a su casa y sabiendo lo ocurrido a Ita Andehui, preso del más terrible dolor, se dirigió a la misma cúspide donde se había arrojado su adorada esposa y se lanzó al vacío. Desde entonces, en las noches solitarias cuando sopla el viento, se escuchan, confundidos con sus silbidos, juramentos de amor y de hondas lamentaciones, de dos almas que están condenadas a vagar eternamente por haberse privado de la vida, y sin poder ascender a la mansión de los dioses.Aclaran los autores que Citlatemoc conocido como Malinalli, quedó bajo la protección del rey Sahoeñiñaña, quien lo puso a educar en el “Seminario de Achiutla”. Más tarde ciñó la corona del reino Tlaxiaco.
Leyenda de Ita Ande huí, recopilada por Mariano López Ruiz, Publicada en 1906.