2006-03-08

Para que trabajas...

Hace poco encontré a Rogelio un buen tipo, precavido, humilde, honesto. Llego de su pueblo aya de las provincias de Puebla en donde lo burros y los caballos hacen el trabajo de los toros, arando y recogiendo la siembra, en los limites de su estado, del nudo mixteco, lo encontré con sus manos aun cubiertas de lodo y rescrebajadas por la tierra caliza, le pregunte que hacia por estos oscuros rumbos del Distrito, solo me contesto vengo a estudiar, no dije nada, le di una palmada en el hombro.

Esa noche no pude dejar de pensar que tanto habrá trabajado Rogelio para lograr llegar hasta acá y que tanto tendrá que trabajar para lograr su sueño, que tanto habrá trabajado su padre para que el pudiera venir a estudiar una carrera, que habrá dejado de comer su padre para tenerle a la mano un lápiz, un cuaderno, unos zapatos y eso ya es un lujo. Ya hizo lo mismo estudiando pero no lejos de su casa, de su familia, de sus amigos, de la tranquilidad de los árboles y la sabiduría de los ancianos, de las amistades confiables de los enemigos sosegados. El simplemente hizo honor a su padre le hecho ganas y con el paso del tiempo el termino la Ingeniería, saco lodos, ahora con maquinaria no con sus manos, solo sus botas tocaban el polvo, ahora extendía sus conocimiento sobre una mesa y un papel, levanto monstruos de concreto que miraban a insurgente o reforma, doblo acero con solo una señal de su dedo índice, partió cerros de la Santa Fe, le dio fortaleza a los más poderosos, solo es el que alguna vez quiso ser... ahora el vivía lejos de esas manos quebradizas, de esos callos por el cuero del huarache, de esa piel quemada por la jornada.

Un día le llego una carta, le decía que estaban orgullosos de el, de su forma de llevar su vida de que su familia lo quería a mas no poder y de que el había cumplido su objetivo honrar a su padre... No lograba digerir todas esas letras su padre enfermaba, cada día que pasaba solo era un día de martirio para el y su familia. Sin pensarlo salio corriendo de las entrañas de la tierra, corría, solo corría con una lagrima a punto de caer de su ojo.

Llego por avión solo bajo y comenzó a correr, subió, bajo, corrió,
las molestas botas le pesaban, la corbata lo asfixiaba,
la camisa lo amarraba, corría, quería llegar,
pero esos pasos los veía mas cortos, solo corría.
Eh llegado dijo, ahora el con ese aroma a perfume francés,
con esas botas, con esas manos suaves,
toco a su padre recostado a su lado con los ojos semiabiertos,
con su boca seca, con su piel rota, con sus pies desarropados,
esa noche solo un sonido se escucho en aquel cuarto de madera,
de lodo, de humildad, solo algo se escucho, "Te quiero hijo".

Rogelio nunca comprendió cual fue el motivo por el que abandono a su padre,
cada que veía esos zapatos lustrados, esas camisas almidonadas, esas sabanas de seda,
esa corbata, cada ves comprendía mas que la vida le reprochaba lo que dejo atrás,
ese campo, ese pueblo, esos viejos,
ese placer de sentir la mano de su padre agarrando la suya para sostener un poco de maíz,
un poco de tierra un poco de sueños y lo mas importante,
un poco de amor.